miércoles, 4 de abril de 2007

LOS COLOQUIOS CULTURALES DEL MAESTRO VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE


Sus contemporáneos le llamaban Maestro, por sus vocación reformadora y social. La lucha revolucionaria y la docencia se identificaron en las Universidades Populares Manuel González Prada. Las lecciones de la acción y de la reacción le convencieron de la urgencia de crear un gran partido político. Y así nació el Aprismo. Hijo de la universidad Popular, volvió siempre a sus orígenes. Es decir, mantuvo constantemente en sus Casas del Pueblo, centros de cultura. Cuando la ilegalidad y la persecución se abatieron sobre el APRA, las conferencias, las clases, los debates, se continuaron en las cárceles o en las catacumbas.


Con este prólogo del. C. Andrés Townsend Ezcurra damos paso a una reedición de nuestros Coloquios Culturales de HAYA DE LA TORRE.


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Aunque Sócrates no escribió libro alguno, sí legó en sus discípulos un método de hacer ciencia y filosofía. Envuelto en su túnica se reunía en espacios abiertos de Atenas, su ciudad natal, para conversar con sus seguidores y darle vuelo al intelecto en busca de la verdad.

Ese método, la Mayéutica, ya era conocido por pensadores anteriores a Sócrates, pero fue él quien lo perfeccionó y lo legó a sus discípulos. Platón, ateniense como él, se apoyó en el método de la conversación y en las tesis de su maestro, para escribir sus célebres Diálogos, La República y otras obras que fueron y son consultados por generaciones de estos pasados dos mil cuatrocientos años.

Décadas después de su muerte, Sócrates se proyectó en la formación de un joven discípulo de Platón, Aristóteles, nacido en Estagira, Macedonia, quien habría de ser la lumbrera más esplendorosa del pensamiento clásico de la antigua Grecia, con sus obras como “Órgano o Tratado de Lógica”, Metafísica, Física, Política, Ética, Retórica y Poética, entre sus más conocidas obras.

Hacemos estas referencias para destacar la grandeza del pensamiento griego, cuya vigencia ha traspasado espacios y edades. Sin ese aporte no sabríamos cómo entender lo que es la Política y su concomitancia con la Economía, tan bien definidas por Aristóteles.
La Filosofía se habría quedado enana, lo mismo que la Ética y la Moral.

Pero ¿Porqué estas referencias? Porque los ideólogos más destacados de América Latina, del Siglo XX, para no mencionar a sus predecesores, se afanaron por leer y entender el pensamiento clásico de los griegos. Y no estaban equivocados, pues no se puede hacer política de verdad sin penetrar en el pensamiento clásico de los griegos. Y tampoco se puede hablar de economía sin volver al origen de esta ciencia tan saqueada y desnaturalizada por los “doctos” defraudadores de ingenuos que creen en los juegos y re juegos financieros.

En América Latina o Ibero América, las más destacadas generaciones de hombres de letras, políticos y filósofos, extrajeron del conocimiento helénico la sustancia de su saber, como sustento de su formación académica, intelectual y humanista.

Allá en la norteña ciudad peruana de Trujillo, un joven inquieto, hijo de una familia de origen peninsular, dedicó gran parte de su tiempo a estudiar a los clásicos y de esta manera descubrió su vocación de maestro, a la que se aferró para mejor cumplir su misión de sembrador de ideas e inquietudes revolucionarias.

Víctor Raúl Haya de la Torre, ligado en línea recta con esclarecidos linajes españoles, resultó ser el más destacado intelectual y político de su tiempo, 1895- 1979, quien insistió con pasión de “luchador sin tregua” en la necesidad de integrar a los países de América Latina, en un solo bloque, en una gran nación continental, capaz de autodeterminarse y de tener voz propia en los debates de las cuestiones mundiales.

El pueblo- continente que él soñó, no sería jamás un bloque de naciones grandes y pequeñas para guerrear contra potencia alguna, más si para defender y hacer valer su soberanía entre la voracidad del Imperialismo. Y él aclaraba: “Nuestra lucha es contra toda clase de imperialismos y contra el imperialismo de cualquier clase”.

Nadie, como Víctor Raúl Haya de la Torre ha merecido reconocimientos de tan alta significación como la de ser “el peruano que nos enseñó a pensar en dimensión continental”, porque su prédica unionista, emancipadora y revolucionaria, convocaba a los pueblos “indoamericanos” a asumir el reto de su auténtica liberación. Proponía la formación de un frente único de clases medias y populares; de trabajadores manuales e intelectuales para llevar acabo “la gran transformación política, económica y social de nuestros pueblos”.

Con todo el vigor de sus años de juventud, fue el impulsor de la reforma universitaria, a partir del histórico “Grito de Córdoba” de 1918, allá en la señera Universidad de Córdoba, Argentina. Fue fiel cumplidor del compromiso de democratizar el saber, a través de las Universidades Populares abiertas al deseo de superación de obreros y campesinos.
El hecho culminante de su peregrinar por América Latina, fue la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana(APRA) ocurrida en la Ciudad de México, el 7 de mayo de 1924, que recogió mucho de las motivaciones autonomistas de la Revolución Mexicana.

Proscrito en su país natal, combatido por las oligarquías nacionales de la región y por el imperialismo, Haya no se detuvo ante los más grandes obstáculos de la época, ni ante la brutalidad de las fuerzas militares y policiales de las dictaduras. Se mantuvo activo en su compromiso de ser fiel a su apostolado revolucionario y así pudo crear filiales del movimiento “aprista” en la mayoría de países latinoamericanos

Toda esta enorme tarea no hubiera sido posible sin la vocación magisterial de este insigne indoamericano, quien echó mano del método socrático, convencido de la probada eficiencia del diálogo.

Adolescente provinciano, se hizo fuerte intelectual y físicamente; pero, además, fue un hombre de fe que creyó en el destino superior del ser humano. Escapó del dogmatismo religioso y de la escolástica como método de enseñanza unidireccional, de verdades absolutas. Muy pronto percibió que todo cambia y que nada se destruye, que todo es relativo y que, por ejemplo, lo que es bueno para Europa no necesariamente tiene que ser bueno para América Latina, para marcar distancia entre comunismo y aprismo.

Como quien viaja en el tiempo, para trasladarse a la Grecia inmortal, de quinientos años antes de Cristo, Haya de la Torre impartía sus pláticas con el fin de adoctrinar a la militancia de su partido y, por extensión, al pueblo en general, sin exclusiones. De esta manera forjó los cuadros de dirigentes y despertó en sus seguidores el interés por el estudio y la investigación.

“Hay que llegar a la conciencia del pueblo, para elevarlo a la categoría de ser responsable de su propio destino” solía decir el Maestro, y agregaba: “Sólo así será posible construir una sociedad democrática.
Porque la Cultura, como la Democracia tienen que surgir, emerger de la entraña misma del pueblo; que el “DEMOS”, el pueblo al ejercer su poder soberano. El “KRATOS” da lugar a la DEMOCRACIA, como la llamó PERICLES, el gran transformador ateniense.

En sus célebres COLOQUIOS, que desarrollaba en el Aula Magna del local central del APRA, en Lima, Perú, para mejor decir, DIALOGABA con sus discípulos acerca de trascendentes temas propuestos por sus contertulios. Eran tiempos de la Guerra Fría y uno de los palpitantes temas era el de los Imperialismos. Por un lado, el del Capitalismo de las grandes corporaciones transnacionales y, por el otro, el del Capitalismo de Estado, representado por la Unión Soviética.

Al explicar la situación de equilibrio entre ambas expresiones del Imperialismo, Haya de la Torre ponía el ejemplo de dos poderosos escorpiones puestos en una caja. Decía que uno y otro se estudiaban a la espera de que alguno de ellos se debilitara, para enseguida destruirlo.

Hablaba del equilibrio nuclear y de cómo la Humanidad caminó durante décadas al filo de su destrucción total, si alguna de las dos potencias, en un error de cálculo, pusiera en acción sus mortíferas armas de destrucción masiva, pues sería la última guerra, de la que no habría vencedores. El ejemplo de los dos poderosos escorpiones era la más certera explicación del porque del equilibrio nuclear y de la importancia del diálogo, como método para alcanzar acuerdos y soluciones a los grandes problemas contemporáneos.

Haya de la Torre murió diez años antes de la caída del Muro de Berlín y de la desintegración del Bloque Socialista, pero ya había anticipado al decir que el desarrollo acelerado de la ciencia y de la tecnología inclinaría la balanza a favor de quien mejor lo aprovechara, pero advertía del riesgo que representaba el triunfo de cualquiera de los dos imperialismos, especialmente para los países pobres y destacaba lo acertado de su propuesta de la integración latinoamericana, para hacer frente a las apetencias del capitalismo imperial
El fundador del APRA avizoró lo que ocurriría en el mundo, acabada la Guerra Fría. Su tesis de los bloques continentales, de las nacionalidades regionales, no alcanzó a verla concretada.

Víctor Raúl Haya de la Torre tiene un lugar especial de un peruano universal, que abrió la imagen del Perú al ámbito de las grandes ideas en el mundo y que le dio al Perú el aporte de sus concepciones que aún están vigentes porque él se adelantó a su tiempo; así sus afanes integradores, postulados hace más de 80 años tienen hoy vigencia porque la tarea es ardua y las transformaciones tienen que hacerse en la conciencia como lo propugnó Haya de la Torre, es decir mediante la educación de las masas.

Víctor Raúl Haya de la Torre, el hombre del siglo XX pero su proyección empieza en este siglo XXI

Hoy más que nunca es importante el diálogo, como método para alcanzar acuerdos y lograr soluciones a los grandes problemas contemporáneos.

En sus tertulias siempre estábamos al día de lo que pasaba en el mundo por eso nos sentíamos conocedores de la realidad, y nos guiaba el apóstol, el profesor, nuestro padre espiritual, con la respuesta inmediata a nuestras inquietudes, a nuestros deseos de aprender, en fin… Era un sucederse de preguntas y respuestas guiadas por nuestro querido “Viejo”, que no descuidó ni un instante la tarea de nuestra formación. Por eso él cultivó en nosotros la riqueza del saber.
Célebre es su frase “Sí no sabes aprende, sí sabes enseña”, o estas otras “Ni pan sin libertad, ni libertad sin pan”, o la que siempre se repite; “Al poder llega cualquiera, pero a la conciencia del pueblo sólo el Aprismo, porqué es la doctrina inspirada en su propia realidad”.

También la lucha por las tres libertades;“La económica, la social y la política, metas en la construcción de una sociedad libre”.

Lecciones de historia, de ciencia, filosofía, arte y del pensamiento político en los COLOQUIOS CULTURALES, del Maestro VÍCTOR RAÚLA HAYA DE LA TORRE, que las retomamos para contrastarlas con las tendencias actuales como son la Globalización, el Neoliberalismo y la adopción de una Tercera Vía para América Latina; el soñado “Pueblo Continente” del ilustre filósofo trujillano, peruano c. Antenor Orrego.

NOTIFICAMOS, que ha llegado el día del reencuentro y de la ratificación de la fe en el ideal aprista.

Recordamos la grandeza del Partido Aprista Peruano, fundado hace 83 años por Víctor Raúl Haya de la Torre, es glorioso porque los apristas han pagado con su sangre el precio de la lealtad a las ideas libertarias pensadas y divulgadas por el apóstol laico de la justicia social, de las libertades, la democracia y los derechos individuales y colectivos de AMÉRICA LATINA.