VÍCTOR RAÚL, UN LUCHADOR SIN TREGUA
(La vida de Haya de la Torre no es una vida agónica)
La vida ejemplar de Víctor Raúl Haya de la Torre, destacado intelectual y político peruano de su tiempo(1895-1979) no puede considerarse “agónica”, porque él insistió con pasión de “luchador sin tregua”, en la necesidad de integrar a los países de América Latina, en un solo bloque, en una gran nación continental, capaz de autodeterminarse y tener voz propia en los debates de las cuestiones mundiales.
El compañero trujillano Blasco Bazán Vera, escribe:¡Nada ni nadie pudo contigo!...Ni cárceles ni destierros, ni arteros atropellos, ni calumnias y traiciones. Marchaste seguro de conseguir el porvenir y lograste cristalizar con tu ejemplo lo que siempre pregonaste. Fuiste incomprendido. Vilinalidad peruana. Castigado y torturado. Amenazado a muerte. Declarado indigno de la nacionalidad peruana. Se soslayó tu honor. Pero más pudo tu férrea energía que la calumnia devastadora. Te alzaste sobre el oprobio convirtiendo el desliz de tus detractores en triunfo vuestro.”
Eso era Haya de la Torre, un hombre extraordinario de gran vitalidad dispuesto a todo dar sin recibir. El concepto unamunesco no se justifica.
La vida del fundador del Aprismo fue de lucha ejemplar, de lucha intensa que pocos han sabido valorar. Nunca admitió la palabra sufrimiento sino lucha, tesón, y nos educó para ser “más fuertes que nuestros problemas”.
Víctor Raúl viajero incansable recorrió numerosos países sur y centro americanos. Activo divulgador de sus ideas, mantuvo correspondencia con jóvenes estudiantes y trabajadores de lo que el solía llamar Indoamérica, para establecer células del APRA integradas por obreros del músculo y del intelecto. Víctor Raúl no se perdió en un laberinto de palabras sin sentido sino más bien hizo accesible a todos los entendimientos los pensamientos más complicados de los filósofos clásicos y de los sabios contemporáneos.
Haya de la Torre por sus ideas, por su lucha y por sus desvelos para educar a su pueblo figura en las páginas de la historia, y porque era un hombre honesto, probo y limpio en cuerpo y alma.
Con él se inicia una nueva etapa en la vida política de América Latina, y hemos tenido grandes políticos como Sarmiento, como tantos otros, pero nadie con ese sentido humanista de Haya de la Torre; una vida completa, una entrega sin recompensa que no fuera la satisfacción profunda de morir por sus grandes ideales y por servir a su pueblo a cabalidad.
El 7 de mayo de 1924 fundó en la Ciudad de México, el movimiento integrador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, (APRA); así nace el aprismo, partido de izquierda, democrático y antiimperialista.
Sobre la integración de los pueblos latinoamericanos o Indoamericanos insistía: no queremos una unión regional para pelear contra Estados Unidos porque no es nuestro destino histórico, sino más bien unirnos, para tener voz, autoridad y presencia en los debates de las tareas globales.
Individualmente nuestros países son realmente débiles, de allí sus apabullantes endeudamientos, que constituyen las nuevas cadenas que los atan a los designios neocolonialistas.
El soñado Pueblo Continente de Antenor Orrego, filósofo aprista trujillano, no sería jamás un bloque de naciones grandes para guerrear contra potencia alguna, más si para defender y hacer valer su soberanía ante la voracidad del Imperialismo. Y aclaraba: “Nuestra lucha es contra toda clase de imperialismos y contra el imperialismo de cualquier clase”.
La verdadera historia del Perú tiene que registrar en sus páginas los gestos docentes del partido, en la persona de Haya de la Torre, por eso él sostenía que el Aprismo es no solamente decencia política sino docencia política. Este es el derrotero que deben seguir todos los políticos porque no podemos negar que Haya de la Torre fue el que inicia en el escenario de la política nacional la modernización de la política en el Perú.
Sus compañeros militantes de la época heroica de la clandestinidad, nos cuentan que Víctor Raúl era un hombre tenaz, perseverante, muy valiente, con una fuerza de carácter, tremenda, pero a la vez con una expresión de ternura cuando trataba con los jóvenes de la época.
Mi primo, c. Juvenal Ñique Ríos recuerda; cuando salían a misiones muy difíciles que cumplir él nos solía abrazar con su ceño fruncido pero con su abrazo a todo dar. Y cuando alguna vez yo le pregunté pasadas esas épocas difíciles de porque esos abrazos tan diferentes a los de hoy, me dijo:
“Yo no sabía si los volvería a ver otra vez, y por esa razón mi abrazo quería ser el abrazo eterno, el abrazo al infinito”.
Esas cosas que poco se han dicho y poco se conocen de Haya de la Torre, han sido una expresión de valor, de coraje y de gran ternura por los jóvenes
Haya quería a Moche, el vecino pueblo cuna de la civilización Muchik, era para él un lugar privilegiado donde pasaba las vacaciones con sus padres y disfrutaba con los amigos de su niñez, y de su inquieta juventud.
Si Trujillo es la cuna del aprismo, como dice la canción, es cierto que Moche inspiró muchos de los grandes pensamientos de Haya de la Torre y de sus nobles conductas. En esa tierra de matemáticos, artistas, médicos, historiadores y educadores nunca falto el fervor y admiración a su Maestro.Luís Alberto Sánchez recordaba al apellido Azabache, al apellido Ñique, Fernández, Rosales, Cornelio, Gutiérrez, muy a la ligera, pero necesita que se detenga un poco la pluma para recoger todas esas versiones que siendo tan herméticas y tan populares resultan tan beneficiosas para establecer la grandeza del espíritu de un hombre que no olvida sus manifestaciones infantiles ni juveniles y que las mantuvo latentes durante toda su vida.
Sus visitas a Moche se transformaban en júbilo popular y el pueblo se engalanaba a fiesta, con gente del lugar, y de la campiña, de Salaverry, Huanchaco, Las Delicias, Laredo, Cartavio, Azcope. Eran espectáculos en su honor al son de la marinera, potajes típicos de cabrito, suculentos platos como la sopa teóloga, pepián de pavo, olluquito con charqui y una variedad de pescados desde el cebiche de corvina y el brindis que no faltaba a base de Chicha de jora, el licor milenario de los Muchik. Así eran las visitas de nuestro Maestro Víctor Raúl, que disfrutaba feliz de su pueblo aprista que nunca le falló, y lo decía con orgullo.
En la clandestinidad aquí se editaban Chan chán, Norte, Voz Aprista y con la vuelta a la transición surgían las asociaciones como “Moche en marcha”, de jóvenes entusiastas; Juvenal Ñique, Ramón Fernández, Teófilo Cornelio, Vicente Fernández, José Asmat Silva, Nilo Gutiérrez, Eliseo Díaz, etc.
Compañeros: tenemos que rescatar a nuestro glorioso Partido Aprista, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre, ahora denigrado y atrapado en las garras de una “cúpula” espuria e ilegal. Un homenaje se merece el heroico pueblo de Moche que, lo dio todo durante la Revolución de Trujillo con la lucha de su juventud altruista, que nunca se ha visto correspondido.
Por Ricardo F. Ñique Cornelio