lunes, 11 de febrero de 2008

HAYA DE LA TORRE NO FUE ANTI ESPAÑOL


Víctor Raúl Haya de la Torre nació el 22 de febrero de 1895 en la Ciudad de Trujillo, aquella hidalga urbe queel extremeño Francisco Pizarro fundara en 1535. Cada año en el Día de la Fraternidad, en varias ciudades del mundo se rinde homenaje al egregio peruano, de sangre ciento por ciento española, que iluminó el escenario iberoamericano con su prédica de justicia social, libertad, paz y democracia.Don Víctor Raúl Haya de la Torre recogió el mensaje de Fray Bartolomé de las Casas y luchó con denuedo por la redención de los indígenas y de los oprimidos, no sólo del Perú sino de toda América; consideró que los derechos de las personas no podían ser garantizados en regímenes de dictadura, por lo cual fue fervoroso defensor de la causa democrática y del ejercicio soberano de la voluntad de los pueblos.

No escondo mi intención de aclarar una realidad que se quiere nublar, por intereses políticos o por ignorancia de unos cuantos. Lo digo y lo repito que este gran trujillano, peruano del milenio nunca fue anti español y tampoco negó su origen hispano. Lo aclaro de una vez para siempre, y ojala así sea, tras las burdas afirmaciones de los conferenciantes en la Casa de América de Madrid, el pasado octubre, durante la presentación del libro “Víctor Raúl, una vida agónica, del insigne lingüista peruano Eugenio Chang Rodríguez. Muchos callaron, pero todos esperábamos una rueda de prensa para aclararlo, pero no pudo ser y nos quedamos sin opinar. Es censurable que intelectuales como Nicolás Sánchez Albornoz, de la Real Academia de la Historia, y Rocío Oviedo Pérez de Tudela docente de la Universidad Complutense tuvieran intervenciones equivocadas sin aclarar nada, el embajador del Perú José Luís Pérez Sánchez Cerro y el autor del libro, Eugenio Chang Rodríguez, también callaron.

Se dijo que Haya de la Torre nunca estuvo en España, es otra falsedad, pues sabemos que una de sus primeras visitas fue a Sevilla, en 1958, invitado por el torero y empresario taurino Juan Belmonte, casado con una sobrina de Haya de la Torre.
La última vez tuvo lugar en 1977 invitado por el embajador español en Lima, José María Moro Martín director del Instituto de Cooperación Iberoamericana. En esa ocasión Víctor Raúl se alojó en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe de Madrid y durante una cena asistieron intelectuales españoles, entre ellos don José Luís Abellán actual presidente del Ateneo madrileño y el rector del Colegio don Emiliano Moreno, en una interesante conferencia del insigne peruano de 82 años.

Es cierto que en la época de la dictadura franquista Víctor Raúl pasaba de largo, sacudido por los horrores de la guerra civil, de 1936, que nunca pudo olvidar, pues venía de otro episodio sangriento como la Revolución de Trujillo(Perú), de 1932, donde fueron fusilados más de 6 mil apristas, en la represión de la dictadura.
Para el régimen franquista Haya de la Torre era un enemigo, era un anti español y es que Víctor Raúl solidarizaba con muchos intelectuales españoles del exilio.
Entre sus amistades ibéricas de la época recordamos a la actriz española Amalia de Isaura de la Compañía de Comedias Españolas a quien conoció en Trujillo, Perú, y en 1916, ella hizo posible el estreno de la obra de teatro TRIUNFA VANIDAD, escrita por Víctor Raúl Haya de la Torre para defender a su amigo César Vallejo.
Don Miguel de Unamuno era otro admirador del joven estudioso Haya de la Torre, a quien conoció en sus años universitarios en Paris. También fue amigo de Víctor Raúl el filósofo José Ortega y Gasset, miembro de la comisión organizada por el Premio Nóbel Romáin Rolland, que pedía la liberación de Haya de la Torre, prisionero en Lima y condenado a muerte, por el dictador Sánchez Cerro, en 1932.
Julián Besteiro, Presidente de las Cortes de la República Española, Jiménez de Asua, penalista de fama internacional; Gregorio Marañón, célebre escritor y científico, y otros distinguidos intelectuales desde España hacen presente su protesta.

Muchos nombres podríamos citar entre sus amigos españoles en el exilio, sin olvidar su amistad con don Juan de Borbón, padre del rey Juan Carlos I.

Es verdad, lo que les estoy diciendo, Haya de la Torre no fue anti, para nada, siempre nos decía a nosotros los apristas; “ somos pro, no somos anti, tampoco contra, para estar donde tenemos que estar”, porque somos constructores y unidos somos todo, desunidos no valemos nada, por eso tenemos que sumar y multiplicar.
Hemos repetido que Haya de la Torre no se perdió en un laberinto de palabras sin sentido y lo hacía para dar respuesta a los problemas urgentes de nuestros pueblos.

Para terminar quiero evocar el homenaje que se tributó a don Víctor Raúl Haya de la Torre en el Ateneo de Madrid, el 22 de febrero de 1995 en el primer centenario de su nacimiento, coincidiendo con otras ceremonias conmemorativas que tenían lugar en el Perú. Mi discurso fue seguido con atención de forma particular por los españoles, el presidente del Ateneo Paulino García Partida y el Juez español Baltasar Garzón Real.
Esta es la conclusión de mi discurso:

“Víctor Raúl Haya de la Torre era un fervoroso defensor de la causa democrática y del ejercicio de la voluntad de los pueblos de América Latina y propuso la unión de las naciones iberoamericanas.
El se adelantó a su tiempo y es por esta razón que estoy seguro que sus obras escritas y su ejecutoria como hombre de ideas libertarias deberán ser tomadas en cuenta, mucho más ahora que antes, en estos tiempos de la pos modernidad y de las cada vez más exigentes tendencias globalizadoras.
Para los Iberoamericanos Haya de la Torre “fue el hombre que nos enseñó a pensar en dimensión continental”, como dijera ese otro demócrata, también de raíces hispanas, don José Figueres Ferrer, el 2 de agosto de 1979, al conocer la noticia de su muerte.
Don Víctor Raúl Haya de la Torre ejerció esa alta magistratura de los hombres probos, limpios en cuerpo y alma”.

Se encontraban presentes personalidades de la cultura y también el Juez de la Audiencia Nacional de Madrid, Don Baltasar Garzón Real, a quien hicimos entrega del Premio de la Alianza Mundial para la Paz de la Fundación Ignis Ardens de Roma, cuyo secretario general es el profesor Fiore Sollini, partisano y humanista italiano.

Por Ricardo F. Ñique Cornelio