ÉTICA Y MORAL EN LA POLÍTICA
ÉTICA Y MORAL EN LA POLÍTICA(A LA MEMORIA DE HAYA DE LA TORRE Y PABLO IGLESIAS)
Hoy cuando debemos emprender la reconstrucción del Perú, cobran especial trascendencia el pensamiento y la conducta ejemplar de Víctor Raúl Haya de la Torre, quien no se perdió en un laberinto de palabras sin sentido sino más bien hizo accesible a todos los entendimientos los pensamientos más complicados de los filósofos clásicos y de los sabios contemporáneos. Su contribución al quehacer político de su tiempo fue educar a los sectores populares para incorporarlos, como conscientes actores, al debate de las cuestiones nacionales y en las tareas de construcción de una sociedad auténticamente democrática.
Con magistral empeño decía: "Si no sabes aprende, si sabes enseña", en una práctica socrática que no sólo lo aplicó en las aulas, sino en todo instante de su inquieta existencia. Hizo de los iletrados mentes iluminadas por el saber y atrajo a las universidades populares a esclarecidos maestros de su época.
Viajó por su país, para conocer su realidad. Convocó a los jóvenes estudiantes y a los trabajadores a mantenerse unidos, en un frente de redención nacional. En sus viajes por América Latina encontró más identidades que diferencias: El grito de Córdoba, Argentina y la revolución Mexicana, fueron experiencias que inspiraron su concepción latinoamericanista de lucha antiimperialista y contra todo remanente de dominación colonialista.
De allí devino el sembrador de ideas y divulgador de su doctrina. Muchos le siguieron hasta el sacrificio. Otros dejaron sus redes para ser pescadores de conciencias de hombres. Antes que partido político el APRA fue escuela y explicaba, que si el destino del partido era llegar al poder, para transformar al país, debemos tener en cuenta que al poder asciende cualquiera; pero que a la conciencia del pueblo sólo se llega por la vía del conocimiento, de la preparación para producir y crear, para conducir a las mayorías al logro de sus justas y limpias aspiraciones.
Distantes en el tiempo y en la geografía Víctor Raúl estuvo tan cerca de los grandes ideólogos y líderes de los siglos XIX y XX que jalonaron los derroteros de la historia contemporánea.
Como Pablo Iglesias, el fundador del Partido Socialista Obrero Español, (PSOE) y de La Unión General de Trabajadores, de España (UGT), se dio a la tarea de educar a trabajadores y campesinos para más tarde crear el "Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales", célula germinal de lo que sería su tesis de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) movimiento que se extendió por toda América Latina.
Haya de la Torre predicó con el ejemplo su demande de que todo militante del partido tuviera una acertada conciencia moral, un comportamiento ético en la vida pública, como en la intimidad de su existencia. Demandaba honestidad a toda prueba, sin claudicaciones, ni desviaciones; pues aspiraba a que su partido fuese escuela del saber y del comportamiento de hombres y mujeres nuevos, para una nueva concepción de la sociedad.
Hoy en el Perú, como en cualquier parte del mundo "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra". ¿A qué echarle la culpa? Se me ocurre que habrá que volver a incorporar las materias de ética y moral desde los primeros años de la educación, en las escuelas, en los colegios y en las universidades, para que los hombres y mujeres normen su propia existencia y sus relaciones sociales con base en valores y principios conscientemente adoptados, cultivados y probados.
En estos tiempos de crisis económica y de valores morales es menester entrar a fondo al tema de la crisis para entenderla mejor y definir estrategias para enfrentarla y resolverla. Hoy mucho más que antes, las normas, patrones y valores se ven algo fuera de época, porque precisamente la crisis, además de ser económica, también lo es social y política. Pero aclaremos no todo es corrupción en el Perú. Se trata de un país con tremenda vitalidad y es potencialmente rico como para alcanzar grandes metas de desarrollo, que no hay que soslayar en un proceso de integración regional latinoamericana.
Nos hierve la sangre cuando nos enteramos que un ladrón de cuello blanco es dispensado de ir a la cárcel, mientras que un padre desempleado, que para dar de comer a su familia roba algo de poco valor, es golpeado y refundido en prisión.
Pareciera que la alegoría de la Justicia ya no blandiera su espada y que su balanza estuviera cargada a favor de los ricos e influyentes. No se trata únicamente de los países en desarrollo, sino también de las naciones ricas, donde las crónicas denuncian en sus primeras planas la quiebra de valores y normas éticas y morales. Que no muera el afán renovador de quienes luchan por un cambio profundo del comportamiento humano, porque como pensaban Pablo Iglesias y Haya de la Torre, entre otros, la gran transformación empezará en la conciencia de las personas, para ascender a los pueblos y naciones y construir un nuevo modelo de sociedad.
Así, algún día, estaremos todos de acuerdo para llamar a los hechos por su nombre y que los juzgadores no caigan en la tentación de decir que "un niño bien, de veinte o cincuenta o más años" sea un poquito delincuente, al mismo tiempo que calificar de ratero irredimible a quien por necesidad roba para comer.
Así el que roba poco o mucho, no puede ser calificado como un poco ratero, frente a otra persona que roba millones. Ambos son culpables del acto de robar, pero deben ser juzgados de acuerdo a las causas y cuantías de sus ilícitos.
¿Acaso los grandes líderes, Haya de la Torre y Pablo Iglesias no padecieron hambre y miseria? ¿Acaso no fueron tentados por la fortuna material, para que dejaran de lado sus compromisos de conciencia? .
Así como Arturo Sabroso Montoya, José Sandoval, Ramiro Prialé y otros seguidores de Haya de la Torre se resistieron a las tentaciones del oro de la oligarquía, para seguir siendo hombres cabales y morir en la humildad de sus hogares y dejar a las generaciones futuras vitales lecciones de moral y de ética, así también Pablo Iglesias predicó con el ejemplo y tuvo sus seguidores, hombres y mujeres, que resistieron con tenacidad a las tentaciones del poder y más tarde, cuando la dictadura franquista aplastaba toda inquietud popular, esos discípulos de Iglesias, de Besteiro y de tantos otros forjadores de la conciencia de clase del pueblo español, tuvieron la fuerza de espíritu para traspasar las limitaciones de tiempo y espacio y mantenerse vigentes en la lucha por la democracia, la justicia social, la igualdad y la equidad ante el Estado de Derecho. Ellos, los discípulos de Iglesias como los seguidores de Haya de la Torre, tienen toda la autoridad para darnos lecciones de ética y moral.
Julián Besteiro, en el acto de despedida de los restos mortales del "abuelo" Pablo Iglesias, ante el panteón de Madrid, el 10 de diciembre de 1925, expresó, en uno de los pasajes de su discurso, lo siguiente: "Compañeros: Iglesias fue un sembrador. La semilla que él sembró ha producido ya tallos sanos y troncos robustos. Ha producido también flores y frutos. Sembrad vosotros esa semilla también, hasta que en toda la extensión de nuestro país nazca un bosque robusto y espeso, en cuyas enramadas palpite la vida y cante himnos halados a la memoria de este gran hombre y a la eternidad de sus grandes ideales".
Conductas semejantes, distantes en el tiempo y espacio, Iglesias a quien sus seguidores llamaban "el abuelo" y Víctor Raúl Haya de la Torre, el respetado "Viejo", en el trato cariñoso de su pueblo, dejaron sendas cátedras de ética y moral vivas. Vivieron perseguidos por la intolerancia de sus detractores, fueron encarcelados en prisiones infamantes y de todas esas ofensas y atentados salieron invictos; incluso más allá de sus muertes corporales. A estos sembradores de ideas sus respectivos pueblos les creyeron y siguieron con lealtad consciente. Ambos dejaron testamentos de cómo vivir y morir con dignidad. Algún día nuevos discípulos rescatarán sus prédicas, en estas horas de crisis de conciencia.
Hoy, cuando las grandes luchas se dan en el campo económico y los heraldos de la globalización divulgan las maravillas de las maniobras crematísticas, de cómo jugar a la bolsa, de traer y llevar los capitales donde las condiciones les sean favorables, sin importar la bestialidad de sus efectos económicos, sociales y políticos en las naciones pobres, Haya de la Torre e Iglesias están denunciando tales atrocidades y llamando a los pueblos a unirse en un solo frente para domar a la bestia del capitalismo y notificarla de que su proyecto histórico también ha llegado a su fin y que es urgente diseñar una nueva plataforma, la de los pueblos estructurados por sus apremios y posibilidades de desarrollo, de manera autónoma y consensuada.
Los grandes maestros no son temporales. De allí que Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros, sigan vigentes en la frescura de su pensamiento. Así, el enunciado de Bolívar por la unidad de los pueblos latinoamericanos, del siglo XIX, cobró actualidad en las tesis libertarias de Haya de la Torre, en sus obras de divulgación del Aprismo, de sus luchas antiimperialistas y de la necesaria integración de las naciones ubicadas al sur del Río Bravo y hasta la Patagonia. Por estas prédicas fue atacado, desterrado, negado de sus derechos ciudadanos hasta que en su lecho de muerte las banderas de sus adversarios se rindieron, para reconocerlo como el gran indoamericano que se adelantó a su tiempo.
Europa empezó en la segunda posguerra a forjar su unidad económica y política, décadas después que Víctor Raúl lo planteara como condición ineludible para lograr la emancipación definitiva de América Latina. Hoy es el propio capitalismo el que aboga por la integración de mercados comunes regionales, pero no para darles a las mayorías mejores condiciones de vida, sino para acorralarlas en áreas de su dominio, para explotarlas en una nueva y trágica división internacional del trabajo.
Hoy, cuando los proyectos históricos del Socialismo, por un lado y el del Capitalismo han llegado a su fin, son los pueblos de América Latina los que tienen que tomar su propio camino; su propia tercera vía, sin abandonar valores culturales propios; sus principios éticos y sus normas morales también propios y enseñar a las nuevas generaciones que nadie hará nada por nuestro bienestar, que no seamos nosotros y nuestros pueblos en conjunción de capacidades y posibilidades de acción. Que el fraude y la corrupción, que la mentira y el engaño no sean prácticas de poder; que nos empeñemos en alcanzar formas de vida dentro de la democracia participativa, plural e incluyente, sustentadora del estado de derecho y posibilitadora del desarrollo de personas y naciones. Que estemos convencidos de que la democracia integral es un proceso de mejora continua y no un producto terminado.
En la medida en que se incorporen la moral y la ética en la vida de los individuos y de sus pueblos, en todos los grados de la educación y de las relaciones interpersonales, entre la autoridad y los ciudadanos en esa misma dimensión será imposible el retorno de las dictaduras y de los encantadores de serpientes que tanto daño han causado a nuestra naciones.
Hay que reconstruir el Perú, pero al mismo tiempo hay que convocar a los demás pueblos latinoamericanos a militar en el frente de la gran transformación de nuestro pueblo- continente, a fin de gravitar con voz y presencia propias en los debates de los acontecimientos mundiales, porque somos habitantes del mismo planeta y navegantes de la misma nave.
Ricardo f. Ñique Cornelio.
CÉLULA APRISTA VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE MADRID
EL SÓLIDO NORTE ASOCIACIÓN CULTURAL, NO EXCLUYENTE.