sábado, 24 de junio de 2006

AMÉRICA LATINA, UNA SOLA NACIÓN

Así como el proceso emancipador de América Latina cundió en la casi totalidad de países de la región, el Perú tardó un poco más. Esto parece repetirse en la asunción de gobiernos de izquierda, en países como Chile, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Brasil y Argentina que caminan enarbolando los pendones de la integración de la compenetración económica, de toma de decisiones previamente consensuadas y compromisos de asistencia recíproca.

Bien decía Víctor Raúl Haya de la Torre, que el porvenir nos debe una victoria y tal deuda sigue en pie quizás hasta que se retomen los principios del aprismo para la forja a la debida conciencia de cambio que el Perú necesita. El reto es para las nuevas generaciones de peruanos urgidos de un limpio e inteligente liderazgo capaz de emular los esfuerzos y sacrificios del fundador del APRA.

Las recientes elecciones peruanas decidieron en la segunda vuelta y los peruanos tuvimos que optar por lo malo conocido o por lo menos malo para el país. El fracaso del gobierno de 1985 a 1990 estaba en la mente de todos los peruanos y el castigo para Alan García Pérez era inevitable, pero su contrincante el militar Ollanta Humala no ofrecía la confianza ni las garantías suficientes para gobernar de lo que Alan García Pérez, con las promesas de su arrepentimiento, sacó partido.

El disgusto de los compañeros apristas es que su candidatura no fue limpia ni saludada por los seguidores de Haya de la Torre. Como todos sabemos decidió la "cúpula" ilegal, que no consulta a las bases, y al igual que las dictaduras practica el verticalismo y el dedazo.

Por eso decimos que el Partido Aprista Peruano no tuvo candidato aprista, porque esos malabaristas del quehacer político no nos representan y ellos usurpan el nombre de nuestro movimiento, la memoria de Haya de la Torre y de sus mártires.

Nadie en la competencia electoral del Perú tiene el derecho de mancillar el ilustre nombre de Víctor Raúl Haya de la Torre, porque nadie ha asumido el compromiso de sus luchas por la justicia social y por el pan con libertad, por la redención de los pobres y marginados, por el pleno empleo y el rechazo frontal contra el modelo neoliberal impuesto por intereses del gran capital.
Víctor Raúl Haya de la Torre nunca dejó de consultar a las bases del Partido para tomar decisiones importantes.

El respeto que él tuvo por la estructura partidaria era la garantía de que nuestro partido ejercitaba el poder del pueblo, de las bases populares para conquistar la vigencia de un estado democrático ajeno a manipulaciones copulares y a los intereses particulares de quienes se arrogan la representación del aprismo.

Víctor Raúl Haya de la Torre es "el hombre que nos enseñó a pensar en dimensión continental", es el paladín de la democracia y el hombre de la Integración Latinoamericana.
Activo divulgador de sus ideas, mantuvo frecuente correspondencia con jóvenes estudiantes y trabajadores de lo que él solía llamar Indoamérica, para establecer células del APRA integradas por obreros del músculo y del intelecto.

Con el correr de los años esas células se convertirían se en partidos políticos que tuvieron destacada actividad en la transformación democrática de sus respectivos países. Esos partidos que aunque no adoptaron la denominación "aprista", sí orientaron sus programas de acción hacia los mismos objetivos de integración regional.

Con el APRA se alineaban Acción Democrática, de Venezuela de Rómulo Betancourt, el Partido de Liberación Nacional de Costa Rica, de José Figueres, el Partido Revolucionario Dominicano de Juan Bosch, la Unión Revolucionaria de Bolivia del Víctor Paz Estensoro, el Partido Revolucionario de Guatemala y el Partido Febrerista de Paraguay.

Los tratadistas norteamericanos hicieron una clasificación entre partidos políticos de una y otra dirección en América latina y señalaron también al Partido Revolucionario Institucional que gobernaba en México por la similitud de las ideas y por la concordancia de los programas.

Toquemos el corazón y la mente de que están dotadas las nuevas generaciones de Indoamérica para que asuman el compromiso de hacer realidad el sueño de Haya de la Torre, de Antenor Orrego, de Mariátegui, José Figueres, de Muñoz, de Sarmiento, de José Martí, de Sandino, de Betancourt, de Germán Arciniegas y otros que en sus patrias quisieron hacer bastiones contra la dominación extranjera.

Víctor Raúl Haya de la Torre vive ahora más allá de las deslealtades de quienes fueron la esperanza de la continuidad de su obra.

El tiempo que vive América Latina, es el mejor homenaje a su memoria.

Ricardo F. Ñique Cornelio