miércoles, 30 de septiembre de 2009

RAFAEL ALBERTI

RAFAEL ALBERTI: Los españoles no podemos olvidar la generosa acogida y recibimiento que nos dieron los pueblos de América Latina en los trágicos y dolorosos momentos de la emigración. Esos pueblos hermanos nos abrieron sus puertas de par en par.
México, y todos los pueblos de América Latina nos dieron de todo, y nosotros éramos unos españoles profundos, que sentimos a América como una nueva fraternidad por eso lo digo y lo repito, como tantos miles de españoles, para mí América está dentro de mi corazón, dentro de mi vida, del proceso de nuestros años.

Yo estuve en México hace muchos años, mucho antes que la emigración política española del año 39, en el año 35, en momentos que estaba Lázaro Cárdenas. En esa época había sucedido en España la revolución de los mineros asturianos y era una España con una tremenda represión, pues habían muerto más de cinco mil obreros. En esos momentos nosotros fuimos representando al Socorro Rojo Internacional, para recoger dinero para las víctimas de la Revolución de octubre. Fuimos a Norteamérica, y a Cuba, donde había una represión grande, en la época de Gerardo Machado y luego fuimos a parar a México, donde permanecimos un año, mi mujer María Teresa y yo.

En México sacamos mucho dinero para la ayuda de los obreros asturianos, hemos publicado nuestros libros en México, hemos conocido a los grandes pintores mexicanos, he tenido una gran amistad con Siqueiros, que hizo una exposición en Florencia en 1976, y que yo he ido con mucho orgullo a representar, conocí a Orozco y al discutido Diego Rivera, a todos los escritores mexicanos, a todos aquellos que han ido creando la gran cultura mexicana internacional conocida de todos.

Tengo un gran recuerdo de México, no he estado en la época de la emigración de los republicanos españoles, (ya se que todos están muy agradecidos a México) y creo que cuando vaya a España, (1977), me uniré a aquel coro de españoles, que tienen un gran agradecimiento a la República mexicana que se ha portado tan bien, más de lo que esperaban los republicanos españoles que hicieron la guerra contra el fascismo español, que estamos en este momento discutiendo, deslindando y luchando para que esto acabe.

Los españoles, de acuerdo con los mexicanos, han creado tantas cosas estupendas, esa migración ha sido muy positiva, han hecho grandes revistas, grandes editoriales, han ido obreros especializados, han intervenido en todas las industrias tanto que hoy esta gente, como ha pasado tanto tiempo del régimen franquista, son gente que en México, tiene hijos, nietos que seguramente no volverán a España, muchos si volverán, seguramente, para ver la España de sus padres que están ansiosos de volver a ella, pero que ya esa España para ellos no tiene el mismo sentido que para nosotros en vísperas de volver.
Son mexicanos, son descendientes de aquellos mismos españoles que llegaron como soldados en la época de la llamada conquista y son españoles que seguramente no volverán jamás y si vuelven irán a ver la tierra de sus abuelos con la emoción que supone esto.

Yo he llegado a Roma en 1963, después de Argentina, estoy más de 14 años. Aquí en Roma he encontrado otra patria, lo digo de verdad puesto que una de las patrias grandes es América Latina, que para un español es “una casa grande, llena de voces y llena de ecos, llena de resonancias iguales a la de su casa solariega”. En América Latina para un emigrado político no es tan grave, porque el emigrado político que va a Alemania, a Francia o a Inglaterra, cuando llega a esos países, uno se encuentra bloqueado por la lengua que lo oprime, que lo circunda, (como pasó en nuestro gremio), al final uno no puede hacer nada sino es traducido. Por eso repito, los españoles tenemos que estar muy agradecidos a América, esa patria grande que es para un español solidaridad y respeto, sobre todo hospitalidad a toda prueba. Espero que mis compatriotas lo entiendan y respeten a los latinoamericanos que estuvieron a nuestro lado, a su gente generosa.

Yo salí de España cuando tenía 34, 35 años. Este momento del retorno a España me causa un gran estupor, una gran inquietud, pero al mismo tiempo una gran ilusión.
Cada día que amanece el sol, quiere decir que un nuevo día empieza, cada día camino con la gente que trae nuevas cosas. “Yo no quiero envejecer no por no querer sino porque yo me siento una persona dinámica, una persona que biológicamente cada mañana que sale el sol se siente nuevo. No quiero envejecer para nada, no quiero morir diciendo la gente ya se murió ese viejo que nos jodió tanto tiempo, (se ríe), este joven que estuvo con nosotros, que tenía el pelo cano pero que vino aquí para convivir con nosotros, para tener más o menos la misma edad que nosotros”





El gobierno de México abrió la mano de una manera grande, llegaron más de treinta mil españoles a los que se les dio la nacionalidad y son los españoles que están regresando a España, en este momento que la República de México tiene relaciones, cosa que se comprende perfectamente en un plano político, y estas relaciones con los gobiernos de esta España de ahora que están camino de ser, de crear un futuro diferente.

Yo estoy sentado en esta habitación, en este sofá de la Vía Garibaldi, de Roma, que nos alberga desde hace tantos años y que estoy aquí y daré el salto para cualquier otra silla de Madrid, desde donde partirá nuestra vida nueva hacia una España futura, hacia una España democrática, hacia una España libre, hacia una España de libertad que tantos españoles de dentro y de fuera la estamos deseando.

Les doy las gracias a ustedes amigos mexicanos, peruanos, latinoamericanos, a los que quiero tanto, que tanto conozco, que siempre están tan gentiles con nosotros de venir a vernos para ver cual es nuestro pensamiento hacia aquella América que hemos conocido durante tantos años.

Por Ricardo Ñique Cornelio
(De la entrevista del 18 de abril de 1977, en Roma)