LA NAVIDAD DEL NIÑO PERUANO
(Origen y finalidad de la Fundación del Niño Peruano, como institución)
Víctor Raúl Haya de la Torre tenía una especial preocupación por los niños, por su educación, por su formación y su salud. En más de una ocasión le escuché decir: los niños de hoy serán los hombres de mañana, e insistía; “que los niños tengan su padre y su madre siempre, porque es deber primordial para lograr una nueva sociedad”. Precisas sus recomendaciones cuando se dirigía a la joven militancia aprista “Sin una JAP fuerte, el APRA no tiene futuro”, decía.
Instituciones como Las Universidades Populares Manuel González Prada, Los Comedores Populares, El Día de la Fraternidad o La Fundación del Niño Peruano, tenían como finalidad acercar a todos los peruanos sin distinción y estimular la convivencia. Para esta última, una de las más delicadas e importantes tareas Víctor Raúl imparte precisas instrucciones a doña Antonieta Cevallos de Prialé, esposa de Ramiro Prialé, para presidir la institución. La labor social de la compañera Antonieta Cevallos fue destacada y reconocida en todos los ámbitos de la sociedad peruana por eso nunca olvidaremos su entrega y su capacidad en bien de esta obra social y humanitaria.
Esta fiesta estaba dedicada especialmente a los niños del pueblo, pero era más que eso, era la oportunidad de juntar a la familia en una fiesta en que se ponían de manifiesto la solidaridad de los que más tienen con los que menos o nada tienen
La celebración nunca se interrumpió ni en los tiempos de la clandestinidad del Partido y se reunían las compañeras y compañeros con sus hijos en casas particulares o en la Casa del Pueblo, a tomar una taza de chocolate con un pan o una butifarra. Como con otras instituciones, las dictaduras recurrentes trataron de borrar, pero sin conseguirlo
Quiero recordar que el 4 de enero de 1969 Haya de la Torre, encontrándose en Paris, me escribió a Roma para comunicarme que: “el reparto de paquetes de aguinaldo que hizo el Partido con motivo de la Navidad del Niño del Pueblo fue un gran suceso.
Se repartieron 100 mil paquetes entre la Casa del Pueblo, las barriadas y en Vitarte.
Me informan que nunca hubo reparto mejor. El Partido está vivo y fuerte, necesitamos apoyar su campaña a favor de las elecciones.
Termino aquí y espero tus noticias VÍCTOR RAÚL”…
Su gran preocupación por la Navidad del Niño Peruano, como se puede apreciar en este párrafo de su carta, nos hace pensar que poco o nada se ha hecho desde entonces y más con el fallecimiento de su Presidenta compañera Antonieta Cevallos de Prialé.
La solidaridad, como en este caso, se demuestra con hechos concretos y no con actos simulados y con intenciones oportunistas. Es hipocresía, es traición e insulto a la memoria de quienes nos legaron su ejemplo de auténtica hermandad, en torno a la impoluta conducta de nuestro Maestro VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE.
En la conferencia sobre La Navidad del Niño Peruano, en el ámbito de los Coloquios Culturales, que se celebran en el Ateneo de Madrid, tuvimos como invitado a don Luís Yánez Barnuevo García, Presidente de la Delegación para las Relaciones MERCOSUR y Coordinador Socialista, PSOE, de la Asamblea Parlamentaria Euro- Latinoamericana, quien expresamente vino desde Bruselas.
El euro parlamentario socialista español en su discurso destacó la figura de Víctor Raúl Haya de la Torre, a quien conoció en los años setenta, situándolo junto a insignes pensadores y políticos españoles de su tiempo, como Manuel Azaña y Pablo Iglesias fundador del Partido Socialista obrero Español, PSOE y de la central sindical, Unión General de Trabajadores, UGT. Luís Yánez Barnuevo, que además es médico, dijo:
“Yo quería sobre todo, en este acto, rendir homenaje a Víctor Raúl Haya de la Torre, el gran precursor, el gran fundador de la democracia latinoamericana. Víctor Raúl fue un hombre tremendamente popular en su país y muy reconocido y prestigiado fuera del Perú.Y en su país ganó varias veces las elecciones, pero siempre los militares que lo temían precisamente por su inteligencia, por su cultura y como líder de masas siempre frustraron, lo derrotaban, lo exilaban o se exilaba, como ocurrió que durante cinco años estuvo refugiado en la embajada de Colombia, en Lima.
Y sólo unos meses antes de morir, la cúpula militar de la época en el 79 fue a verlo a su casa e imponerle la máxima condecoración peruana y a reconocerle lo que había sido en su vida Víctor Raúl Haya de la Torre. Me decía antes Ricardo que ya estaba muy delicado, ya no salía de su casa, eran meses antes de fallecer, como digo, y dijo él:
“un poco tarde, un poco tarde…”
Pero más vale tarde que nunca porque ese reconocimiento y esa profunda huella que dejó Víctor Raúl en el Perú, permite que hoy sea el APRA, el único partido, ya sé que hay mucha diferencia de hoy o de los que lo dirigen, (pero no vamos a entrar en política de hoy en este momento), a lo que era el APRA fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre. Pero yo sostengo que la existencia del APRA, hoy, cuando han desaparecido todos los partidos tradicionales del Perú y no sólo del Perú, de Venezuela y de otros países de América Latina, la partitocracia tradicional ha sido arrasada por los nuevos movimientos izquierdizantes, populistas que son de distinta naturaleza, yo digo no vamos a entrar en análisis, hoy aquí en ese tono. Pero, el único partido existente es el fundado por Haya de la Torre, y eso se debe a la enseñanza, a la huella, a las profundas raíces que sembró Víctor Raúl.
Creo que es un reconocimiento que hay que hacer en el Perú y en el mundo entero, los demócratas debemos reconocer esa tarea como también los demócratas en España tenemos que seguir cultivando mucho más de lo que se hace ahora, no reducido a los círculos intelectuales y en algunos casos políticos, de don Manuel Azaña porque es la figura que simboliza, que personaliza la democracia que hoy vivimos, que es una democracia republicana aunque esté coronada, pero los principios, los valores de la Segunda República que fundara y que simbolizara don Manuel Azaña, están hoy en gran parte, no en todo, representado por la actual democracia parlamentaria.
Pero yo quería sobre todo en extracto, rendir homenaje a Víctor Raúl Haya de la Torre, el gran precursor, el gran fundador de la democracia latinoamericana, y el líder que sigue vigente en este siglo de la integración Indoaméricana.
Muchas gracias.
* La presencia del eurodiputado, don Luís Yánez Barnuevo tuvo un reconocimiento de gran trascendencia y gratitud, al demócrata español que se batió con energía contra el “fujimorismo” en el período nefasto por la implicación del gobierno español de José María Aznar. Este acápite lo ilustramos, a continuación, con una página especial.
Por Ricardo F. Ñique Cornelio *Prohibida su reproducción total o parcial-
2010 AÑO DEL RESCATE DE NUESTRO PARTIDO APRISTA PERUANO Y DE DESAGRAVIO POR LA TRAICIÓN Y OFENSA A LA MEMORIA DE NUESTRO MAESTRO VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE Y DE NUESTROS MÁRTIRES
“LA CASA ROMANA DE HAYA DE LA TORRE”
En el curso de nuestros Coloquios Culturales, que tienen lugar en el Ateneo de Madrid hemos hecho referencia a la casa romana donde vivió nuestro Maestro Víctor Raúl, en los años 1958 a 1962. Hoy les propongo un filmado y vistas fotográficas del lugar.
A veces decimos “Todos los caminos conducen a Roma”, “La Ciudad de las 7 colinas”,
“La Ciudad Eterna” en clara referencia a la milenaria capital de Italia, lugar de encanto, de seducción, pero sobre todo de historia y de cultura.
Está situada entre las siete colinas, el Capitolio, Aventino, Celio, Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal. Hay otras menores como el Pincio, el Vaticano, Gianícolo, Monte Mario, Monte Sacro y Coliseo.
En el Gianícolo está situado el parque de los Garibaldinos, un lugar tranquilo con mucho verde, con alamedas y sus hermosas “passeggiate” con árboles y arbustos, desde donde podemos divisar el Vaticano. Pero saliendo a la calle nos encontramos con la Vía Fratelli Bonnet. Aquí vivió nuestro querido Jefe Víctor Raúl Haya de la Torre
Un apartamento más bien pequeño, con ante sala y salón, su estudio compuesto de escritorio sencillo y funcional con ventana a la calle. Víctor Raúl vivía muy ocupado, una vida austera pero decente, como un estudiante, y tenía dos máquinas de escribir rodeado de libros, la Enciclopedia Británica y algunos cuadros. A la entrada un teléfono color negro de pared, con el que se comunicaba con Lima y otras ciudades del mundo, sus vecinos que lo escuchaban no entendían nada de lo que hablaba el señor de la Torre, en inglés, castellano, francés, alemán o en italiano, pero los niños, sus vecinos, cuando lo veían salir lo saludaban con un ¡Aló!, ¡Aló!, Y Haya les respondía cariñosamente.
A Víctor Raúl lo visitaban personalidades italianas y latinoamericanas, el ministro Carlo Russo, Ricardo Campa, Leone Iraci, Germán Arciniegas, Felipe Cossío del Pomar, padre Gustavo Gutiérrez, su primo jesuita Romeo Luna Víctoria, p. Augusto Benseville, los padres de la Cruz, dominico, y Pacheco, franciscano. Don Hernán Santa Cruz, de Chile, su viejo amigo, que estuvo en su casa, así lo recordaba en 1978:
“En realidad agradezco mucho al amigo Ñique, que me da esta oportunidad para saludarte Víctor Raúl, después de tantos años que no nos vemos. Yo vivo en Italia desde hace dos años y en muchas veces que me he acordado de ti, y me he acordado de ti cuando desde la ventana de mi cuarto miro el Trastévere y veo el Gianícolo donde tu tenías una casa acogedora. Me he acordado de ti cuando he visto que la democracia está puntando, naciendo, consolidándose en tu país y que tu has sido a través de la dirección de la Asamblea Constituyente uno de los artífices de esa vuelta al Perú a la democracia
Y me he acordado de ti también cuando he visto que algunas sombras nublaban el cielo de las relaciones entre Chile y el Perú.
Contigo y con todos tus compañeros de lucha de hace veinte o treinta o más años que vivieron y pasaron por Chile discutimos mucho de ese problema y todos fuimos de un lado y de otro, con algunos amigos desaparecidos de Chile, campeones de la amistad peruano chilena. Yo espero de todo corazón que las circunstancias se den en tu país y en el mío, para que esas nubes desaparezcan y desaparezcan para siempre. Ya es hora que América Latina se preocupe de su futuro, se preocupe de su unidad, se preocupe de su integración que era el sueño que abrigábamos en aquella época en que tantas noches fueron empleadas en ese proyecto para hacer realidad esa ambición”.
Recuerdo la primera vez que César Atala visitó a Haya comentó: “Viejo, te felicito porque has sabido elegir tu casa, rodeada de parques y un lugar muy tranquilo”.
Efectivamente, dijo Haya de la Torre, estoy muy contento de vivir en este lugar rodeado de gente buena y sencilla. Imagínate que a pocos metros de casa tengo el carnicero que me sirve a domicilio, el frutero, el tendero, y el bar de los amigos Di Russo. Pietro el pequeño camarero, que acabas de ver me trae el café y los pasteles cuando tengo invitados. A Pietro como a tantos otros niños vecinos Haya le aconsejaba que no descuidara sus estudios y le obsequiaba libros de ciencia y de cultura, que el niño comentaba después con el Maestro.
Víctor Raúl insistía, que el menor se aplicara en sus estudios; tu y tus hermanos serán los herederos del bar, por eso tus padres trabajan pensando en sus hijos y en su familia. Los Di Russo, ahora, son propietarios de una cadena de restaurantes, bares y heladerías.
Pietro y sus hermanos supieron oír los consejos de Víctor Raúl. Y cosa curiosa, ellos en señal de gratitud, conservan su foto autógrafa que Haya de la Torre les dedicó.
Muchas son las anécdotas, como la visita que le hizo Ramiro Prialé y que fue una sorpresa pues la última vez que estuve con él en Lima resale a 1956. Ramiro Prialé se mostraba feliz de estar con Víctor Raúl conversando de cosas importantes de nuestro país y esa misma mañana fuimos a pasear y visitamos el parque de los Garibaldinos donde está la imponente estatua de Giuseppe Garibaldi, y Anita la heroína brasileña, la fiel compañera del “héroe de los dos mundos” para orgullo de la mujer latinoamericana, también el Faro de mármol de Carrara regalo de los emigrantes italianos de Argentina.
En nuestras andanzas por las calles romanas pasamos por la Vía dei Giubbonari y Porta Portese, mercado parecido al Rastro de Madrid o el Mercado de las pulgas de Paris y Víctor Raúl como buen “cicerone” le enseñó a regatear, en algunas tiendas, porque a los romanos les puedes sacar un precio especial. Aquí es costumbre, y saben que así regresarás. Le contó que con los judíos la cosa funciona mejor sí eres su primer cliente apenas abren su negocio. Sí quieres compruébalo, le dijo, puedes ir a la Vía Octaviano, cerca del Vaticano donde hay tiendas de judíos romanos a lo largo de toda la calle. Ramiro se sonrió y me dijo: ¿Qué te parece Ricardo si me acompañas mañana?, deseo comprar unas camisas y algunas corbatas. Y la cosa funcionó, como decía Haya, con Ramiro Prialé regresamos al día siguiente para comprar algunos regalos
Haya de la Torre vivía feliz de la vida, se levantaba muy temprano, hacía ejercicios físicos, se duchaba, desayunaba y salía a caminar con la brisa de la mañana, después de comprar los periódicos reanudaba su tarea de escritor y contestando las cartas, a todos.
El cartero aparecía a las diez de la mañana y el Jefe nunca se olvidaba de corresponder con la propina, una forma de expresar su respeto por el trabajador.
Víctor Raúl estaba encantado de la vida, rodeado de buenos amigos, sus vecinos y los porteros del edificio eran también sus amigos, miraban por él, por su correspondencia, las cuentas y los pagos de casa, luz, gas y agua. Sólo en 1960, tuvo auto propio pues el se servía del autobús, el tranvía o el taxi. En su viaje a Ámsterdam, Manuel Seoane, su íntimo amigo y compañero, embajador del Perú en Holanda, lo convenció para que se comprara un auto, un Opel Record beige claro. Haya aceptó, con la condición de pagarlo en varias mensualidades dinero que puntualmente enviaba a Manolo. El día que pagó la última letra me dijo: Como ves, ya tengo auto propio, vamos a celebrarlo.
Por Ricardo F. Ñique Cornelio *Prohibida su reproducción total o parcial