sábado, 9 de septiembre de 2006

Al Doctor Alan Gabriel Ludwig García Pérez, Presidente de la República del Perú:

Ha llegado la hora del deslinde entre el jefe del estado y el sedicente líder del aprismo.

“Muchos se sorprenden de que el Aprismo no haya llegado al poder a pesar de ser un partido mayoritario en el Perú y caen en el error de suponer que sólo el poder es válido en la política. En definitiva el “aprismo” es una escuela. Haya de la Torre y Ramiro Prialé se juegan la vida en la ingente tarea de formar a todo un pueblo”(ver página 60 de “Densidad de la horas” Ramiro Prialé).

En esta obra se consigna la frase; “el porvenir nos debe una victoria”, que fracasó rotundamente con el gobierno de usted (1985- 1990), en el que nunca se pusieron a prueba los programas del aprismo sino los del Opus Dei y de las “genialidades” de sus consejeros como Enrique Cornejo y otros de la misma cantera de la Universidad Católica del Perú.

16 años después vuelve a participar, por tercera vez, en el proceso electoral que, en una segunda vuelta, le dio el triunfo por una inquietante mayoría de votos. Descartado todo intento de fraude, hay que colegir que el pueblo peruano acuciado por el hambre volvió a darle la victoria para jugarse una segunda oportunidad de lograr empleo, comida y educación para las familias depauperadas desde 1985, por la dictadura de Fujimori y el régimen neoliberal de Alejandro Toledo, que usted se ha comprometido ante el Fondo Monetario Internacional y el gobierno de Bush, de continuar y aprobar luego un tratado de “libre” comercio con Estados Unidos. Claro que usted dirá que los ejes de la historia no son como los de la carreta del viejo gaucho de Hernández. ¿Qué diría el Maestro Víctor Raúl Haya de la Torre? ¿Aprobaría una mejor relación con el imperialismo que aplastó en forma inmisericorde a los pueblos de Irak y Afganistán?

Para que hablar de principios cuando usted los ha pisoteado todos, incluso aquellos por los que miles de peruanos fueron fusilados, encerrados en cárceles inmundas o enviados al destierro.

Nosotros hemos obtenido y los mantenemos como un acto de conciencia, que para construir una democracia moderna hay que educar al soberano y hay que reconstruir las bases populares del Partido para que de ellas emerjan nuevos líderes que no se corrompan por una butifarra ni por una promesa de privilegios.
Queremos construir, con la ideología y la doctrina de Víctor Raúl el aprismo auténtico que haga honor a más de medio siglo de luchas y sacrificios, por nuestros heroicos mártires que enfrentaron al pelotón de fusilamientos, abrazados al credo partidario y al himno de nuestros anhelos, la Marsellesa Aprista.

Queremos una militancia consciente de sus derechos y obligaciones insobornable y capaz de construir lo que es y lo que debe ser la democracia participativa, para que la redención de nuestros pueblos no sea dádivas sino siembra y cosecha de esfuerzos colectivos.
En este escenario del aprismo democrático no tienen futuro los caciques que conforman la “cúpula” que usted encabeza.

El pueblo aprista está notificado por Morice Mulder, de que hay un punto que deben saber, que ese 52 por ciento de la victoria de Alan García no es de apristas y que se abstengan de formar asociaciones laborales, con las cuales quieran presionar al nuevo gobierno para que les de oportunidad de trabajar. Estas ofertas usted las hizo en su campaña proselitista ¿volvemos a las promesas que a la corta resulten una farsa, como las muchas hechas por usted y sus acólitos?

Tomamos como verdad oficial la advertencia hecha por el secretario general “colegiado” (vip) Morice Mulder. Aquí radica nuestra exigencia para que usted y su grupo se deslinden de usar el nombre de Haya de la Torre y del APRA como catapulta a posiciones de poder y lograr sus vanos propósitos de castrar al pueblo peruano.

Creemos que ha llegado el momento de que usted y sus seguidores aprovechen esta coyuntura para querer crear el partido que lleve el nombre de usted y dejen de invadir los fueros de la historia más digna del Perú.

Por el bien del pueblo, son nuestros deseos que usted haga un buen gobierno.

El Perú no es patrimonio de una “cúpula” que medra al amparo del poder. Forje una amplia base popular para que su gobierno pueda crear las instituciones que garanticen la vigencia del estado de derecho y no simplemente la mascarada demagógica, de discursos rectistas, ajena a las necesidades de esas mayorías empobrecidas desde 1985 hasta hoy, estragadas por políticas neoliberales, que han generado minorías opulentas y mayorías sumidas en la más denigrante miseria y marginalidad. Recuerde que el crecimiento económico no garantiza la gobernabilidad de nuestros países. Es necesario y urgente emprender la ruta del desarrollo económico y social para que esas mayorías que votaron por usted mejoren su calidad de vida, con mejor educación, con empleos de calidad dignamente remunerados y con estabilidad garantizada por leyes laborales idóneas. Con sus “asesores” archiconocidos estas son metas inalcanzables. No corra riesgos. El pueblo peruano no aguanta postergaciones. Hay que armarse de valor para emprender la gran transformación, sin simulaciones, ni tentaciones de autoritarismo. Serénese y obedezca a quienes votaron por usted. No es un regalo, es una demanda de emprender la gran transformación.