miércoles, 12 de marzo de 2008

DÍA DE LA FRATERNIDAD 22 DE FEBRERO DEL 2008


DÍA DE LA FRATERNIDAD 22 DE FEBRERO DEL 2008

Homenaje a VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

el peruano que nos enseñó a pensar en dimensión continental.

Creo que debemos glorificar cada aniversario de Víctor Raúl porque estoy convencido que el 22 de febrero de 1895 nació el hombre que iba a marcar un nuevo rumbo para que el Perú pudiera encontrar la verdad de su destino.

En el pensamiento, la palabra y heroico ejemplo de Haya de la Torre el pueblo peruano encontró la fuerza perseverante que lo ayudó a mantener la fe que necesitaba para reclamar sus derechos arrebatados desde la independencia nacional por hombres sin visión, sin patriotismo y sin escrúpulos.

Cada año en el corazón de la mayoría de los peruanos se enciendeel faro de la esperanza, la convicción de que llegará la unidad soñada no sólo la de todos los peruanos a favor de un bien común, sino de todos los países de nuestra América por un destino común.

Mientras viva Víctor Raúl y después de terminar su vida terrenal siempre estará en pie una juventud activista que transmitirá de generación en generación la doctrina que despertó a un pueblo sumido en la desesperación”.

(Recuerdo de Felipe Cossío del Pomar por el 22 de febrero 1972, en Madrid)

Hoy 22 de Febrero del 2008, como todos los años, en varias partes del mundo, se celebra el Día de la Fraternidad, homenaje a Víctor Raúl Haya de la Torre, insigne peruano, Maestro, líder y fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA.

Víctor Raúl se adelantó a su tiempo por eso fue incomprendido y recién cuando estamos estudiando y analizando el pensamiento hayadelatorriano no solamente en el Perú y en América Latina sino en el mundo, recién estamos despertando. El compromiso con la historia nos lleva a estudiar y profundizar su mensaje y su doctrina y acercarlo a las jóvenes generaciones que en todo momento serán los continuadores del legado del pensador y humanista universal.

Víctor Raúl Haya de la Torre vive ahora más allá de las deslealtades de quienes fueron la esperanza de la continuidad de su obra. El tiempo que vive América Latina o Indoamérica, es el mejor homenaje a su memoria.

Haya de la Torre era un hombre probo y limpio en cuerpo y alma que como los grandes de la historia después de muertos se vuelven figuras gloriosas.

Manuel Seoane Corrales, “el cachorro”, fiel compañero de lucha tuvo la feliz idea de proclamar el Día de la Fraternidad, el 22 de febrero por eso cada año los peruanos y amigos en el Perú y en el extranjero celebramos su onomástico.

Víctor Raúl ha penetrado tanto en el corazón del pueblo, en ese corazón tan grande, que se multiplica en afecto, que no va a desaparecer nunca.

Víctor, Raúl Haya de la Torre, nació el 22 de febrero de 1895, en la hidalga Ciudad de Trujillo, en la costa norte del Perú, en el seno de una familia de nobles raíces hispanas. Su sensibilidad humana y profundamente cristiana lo llevó a hacer del rescate y dignificación de los indios, una de las mayores preocupaciones.

El tema indígena no lo circunscribía a la necesidad de llevar a cabo la gran transformación de éstos, sino también de todos los sectores pobres y marginados del Perú y del resto de América Latina, para que se incorporaran, mediante la educación, a la producción y al consumo.

Decía que los países indoamericanos no podían alcanzar el pleno desarrollo económico, social y político en tanto subsistieran los tremendos desequilibrios estructurales de minorías plutocráticas y de grandes masas depauperadas.

De allí la importancia que él asignaba a la educación, tanto para abrir las entendederas de los privilegiados, como para elevar el estado de conciencia de los pobres y marginados en el afán común de adoptar la democracia como forma de vida, basada en el cotidiano ejercicio de facultades y obligaciones inherentes al Estado de Derecho.

Allí donde el ideario aprista tuvo vigencia nacieron y crecieron vigorosos movimientos sindicales, cooperativistas y políticos que mucho ayudaron a la democratización de esta parte del mundo. Tales organizaciones tuvieron presencia activa dentro y fuera de sus respectivos países.

Haya de la Torre ganó tres veces el derecho a gobernar su país con el voto mayoritario del pueblo peruano, pero el fraude, la cerrazón castrense y los intereses colonizadores del capitalismo transnacional se lo impidieron.

En 1978 en los años de su venerable ancianidad fue elegido Presidente de la Asamblea Constituyente, que elaboró la Constitución Política del Perú, de 1980, cuyo texto final firmó en su lecho de dolor.

Lo anecdótico de su paso por la administración pública, es que como Presidente de la Asamblea Constituyente se impuso el sueldo de UN SOL (moneda equivalente entonces a menos de uno dólar estadounidense). Jamás quiso el puesto para medrar, sino para servir a su pueblo. Víctor Raúl, era un hombre generoso. Siempre estuvo dispuesto a tender la mano a sus adversarios, en bien del Perú.

Haya de la Torre tenía una especial predilección por los niños y los jóvenes. “Los niños de hoy serán los jóvenes de mañana y los ciudadanos nuevos”, insistía.

Como podemos constatar la fecha de su onomástica es cada año punto de reencuentro con reuniones en el Perú y el extranjero.

Esta fecha tiene tanta importancia en las luchas populares del Perú, porque el pueblo se dio maña para burlar a los regímenes de dictadura y evidenciar la vigencia de los ideales que el insigne trujillano sembró en la conciencias de jóvenes generaciones en pro del establecimiento de un gobierno que acabara con la injusticia y la explotación de las mayorías empobrecidas del Perú.

La noche del 21 de febrero se encendían luminarias en los cerros, cohetes y bombardas atronaban los suburbios de pueblos y ciudades de todo el país, banderas apristas con la estrella de cinco puntas ondeaban en edificios y árboles de las calles y avenidas y no porque la autoridad lo permitiera sino porque la adhesión del pueblo al partido de Haya de la Torre era incondicional y se corría el riesgo de enfrentarse a la irracionalidad de los esbirros de la dictadura. Paredes y calles pintadas clandestinas alusivas al Día de la Fraternidad, y las familias apristas se reunían para celebrar con la clásica chocolatada el natalicio de VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE.